Dragón resonante – Equinoccio de otoño
Lo que leímos;
Destellos de Sabiduría, de Sogyal Rimpaché
Buda se sentó en el suelo con serena y humilde dignidad, con el Cielo sobre él rodeándolo, como para demostrarnos que en la meditación se sienta uno con una actitud mental abierta y comparable al Cielo, pero al mismo tiempo permanece presente, apoyado en
El Cielo es nuestra naturaleza absoluta, que no tiene barreras y es ilimitada,
y la base es nuestra realidad, nuestra condición relativa y ordinaria.
La postura que adoptamos al meditar significa que enlazamos lo absoluto y lo relativo, el firmamento y el suelo, el Cielo y
Luego de meditar:
Tomamos conciencia de la importancia de lograr nuestros espacios de silencio y quietud, alejados de la vorágine de la vida diaria.
Aún unos minutos diarios de recogimiento, en los cuales podemos aquietar el cuerpo a través de la respiración y la mente y las emociones a través la concentración , entrar en el aquí y ahora, dejando de lado todo lo demás, son profundamente beneficiosos.
Si bien es simple y en realidad nuestra naturaleza superior es paz, alegría y amor, hemos permitido a nuestra mente del ego tomar las riendas de nuestro ser. En el momento que buscamos aquietarnos para meditar o relajarnos, alocadamente vienen todo tipo de pensamientos a perturbarnos.
Para desprendernos de ellos hay que tomarlo con calma, dejarlos pasar suavemente y volver una y otra vez a nuestra concentración, ( por ej. en el cuerpo o en la respiración).
Dejar el “hacer” por el “ser”, la acción por la contemplación – contemplar un pájaro volando, las hojas de los árboles, las nubes en el cielo… el tiempo para escuchar a un amigo o a un hijo atentamente…
Darnos esos pequeños tiempos, esos pequeños espacios que convierten nuestra vida en algo maravilloso y plácido a disfrutar.