Nos sorprendemos constantemente de la división entre los
seres humanos, permanentemente observamos (y la mayoría de las veces sufrimos) la dominación y el poder de
unos sobre otros.
Muchas veces la conclusión es que el ser humano “no tiene
arreglo”, que “estamos involucionando en lugar de evolucionar” y otras
conclusiones adversas que nos pueden llevar a la desesperanza y al
escepticismo.
Existe una verdad espiritual que nos enseña: “como es adentro es afuera” y “como es
afuera es adentro”.
Cuando resuenan en
nuestro interior esas palabras, podemos preguntarnos:
¿y cómo está ese
adentro si es que realmente refleja el afuera?
Formamos parte de un vasto Universo al que todavía no
alcanzamos a comprender.
Somos un puntito minúsculo adentro de esa ilimitada
vastedad, de ese “afuera” en el cual estamos a su vez inmersos.
Y, ¿no somos cada uno de nosotros un Universo al cual no
alcanzamos a comprender?
La pregunta sería: ¿de
qué manera está dividido mi interior para resultar dividido el afuera?
La ciencia ya ha descubierto que la mayoría de nuestras
enfermedades nacen de un desequilibrio interior. Ese desequilibrio afecta en primera instancia nuestro campo más
sutil – espiritual - y va afectando los campos
mental y emocional, hasta manifestarse
finalmente en el campo físico. Lo cual
infiere que esos 4 campos unificados y en equilibrio son fundamentales para
nuestra salud integral.
La metafísica nos
enseña que nuestra psiquis, nuestra mente y nuestras células (órganos,
músculos, huesos, sistemas internos) son profundamente afectados por nuestros
pensamientos negativos y pueden ser restituídos a su original equilibrio a
través de afirmaciones positivas realizadas con convicción y certeza de su
resultado (lo cual requiere, obviamente, una práctica profunda y habitual).
Hay un poder interior
en cada ser, un poder de autocuración ilimitado.
Aún cuando estos conceptos
de poder interno están siendo explicados y enseñados cada vez con más
énfasis y asiduidad, en general, nos cuesta incorporarlos y practicarlos para
lograr resultados en nuestra vida diaria.
En la más tierna infancia somos inoculados con las creencias
de limitación y debilidad que se han ido fortaleciendo a través de los siglos.
Hacemos nuestras esas creencias que llevan al ser humano a buscar las respuestas en “otros” supuestamente más
poderosos.
Esa entrega de
nuestro poder divide y fracciona nuestro interior y dejamos de discernir a
través de la intuición y la sabiduría interna, comenzamos a dudar y a temer.
Empezamos a depender de las opiniones y decisiones de los
demás, tan fraccionados y divididos como nosotros, generando un inevitable desequilibrio en el afuera, donde unos
equivocan su búsqueda de equilibrio a través de la dominación y otros a través
del sometimiento. Aparecen los ricos y poderosos y los pobres y desvalidos.
Apenas tomamos conciencia de que adentro nuestro vive ese gran poder, que nadie
puede destruir, al cual podemos
recurrir en cualquier momento y ante cualquier circunstancia, comienza un
camino de reconexión con nuestra fuente interior, el cual, a través de la
práctica, se va fortaleciendo y afianzando hasta recuperar el
poder unificado.
A partir de ahí, el “afuera” va recibiendo nuestra nueva
postura interior, una fuerza y certeza
que nacen del re- encuentro con nuestra
sabiduría natural.
Espacio Shanti