Cuando creemos en aquello que no se ve, en la esencia profunda del Ser, aún en medio del más desesperante caos, nuestra Fe se multiplica al infinito y mueve montañas. Y los grandes cambios se realizan.
La perseverancia del justo no es en vano, va sembrando su semilla en los corazones de los hombres, va generando una potencia que se multiplica y expande hasta brotar en la conciencia de muchos y finalmente manifestarse.
Por eso sigamos generando y sembrando semillas de amor, unión y paz, tengamos nuestra Fe puesta en ellas y a su tiempo florecerán.
Exitoso es aquel que desarrolla sus valores internos y a través de ese crecimiento, sin proponérselo, se gana un lugar en el corazón de los demás.
Es aquel que traspasa el miedo, el orgullo, las propias murallas y los condicionamientos del entorno, dejando surgir su propia esencia auto emanante.